miércoles, 23 de septiembre de 2009

Te prometo ser el patán de siempre, por el poco carisma que me queda no te trataré distinto que el resto de mis amigas; te abriré la puerta, cederé el asiento, fumaré lo mínimo posible, me interesaré de singular forma en tus historias e investigaré de tus intereses. Prometo fielmente no seducirte en la entrada de tu casa, ni buscar besarte cuando la luna indique el momento. No romperé la frontera invisible que existe entre amigos y amantes, por que ya lo sabes, soy un pésimo amante.
Dejaré que tus historias sean el centro de la charla y mi vida personal pase a segundo plano. Tus ojos serán el centro del universo y tu boca la rosa jamás cortada del planeta que el principito renunció hace tiempo; invitaré la cena, te llevaré a tu casa, me quejaré de lo injusta que es la vida, la desigualdad del arte, lo malo del café, el amor y de la necesidad de encontrar la felicidad y la perfección que se tiene entre dos gentes abrazadas.
Te diré mentiras, te esconderé verdades, mi salud ante tus ojos no será insoportable ni raquítica. Faltará la incertidumbre en nuestras charlas, la sorpresa ya no será un factor importante, por que al fin de cuentas, sin algo que traicionar, sin la necesidad de encontrar el misterio que se esconde en tu persona, serás feliz, seremos felices, las casualidades no nos marcarán como lo hace entre los amigos, como se esconde entre los amantes. Seremos a fin de cuentas aunque tu no lo sepas, aunque sea ante mis ojos, alegres conocidos.