lunes, 28 de abril de 2008

I would like you to call someone

Llamé. Pero no marqué ningun número. Al otro lado del teléfono no habría nadie... eso es seguro. La agenda está llena de números comerciales. Las pizzas, el plomero, aquellas dos prostitutas, el número del trabajo, la farmacia de la esquina, la linea de atención del banco, la delegación, la compañia de luz, el corralón, los tiempos compartidos que alguna vez me ofrecieron, varios teléfonos de clientes... nadie de carne y hueso, a excepción de aquellas dos damas de las cuales requerí algún servicio en algún momento. Provedores al fin y al cabo.

En un rincón escondido de la libreta, su viejo teléfono. Jamas llamé, y no lo haré hoy. Y espero no poderlo hacer mañana. Porque si puedo tendré ganas. Y si tengo ganas lo pensaré. Y si lo pienso la recordaré. Y si la recuerdo la sufriré de nuevo. Y si...

Así que dejemos de fingir. No más lugares comunes. La vida es esta, y la muerte es aquella. El rechazo del maniqueismo como medio no es válido si el fin no es dualista. Mi simple barroco es eso... simple. Sin chiste. Corro y corro. Y nunca hay ni una puta pared para estrellarme. Ni luces aureas, mucho menos niveas. Ni olores asufrozos, ni tertulias en el Averno, ni una pinche iglesia, pistola corta y un pendejo, dios siempre está aquí, pero no la evoca, le vale madres... solo se ríe y bien se dejaría devorar por la dorada rosa si la cabrona no fuera tan espinosa. Y si lo maudit no me sale tan bene, lo imito y me sigue valiendo madres.

¿Si tomo un cuchillo que? ¿Si jalo el gatillo que? ¿Si pateo la silla que? ¿Si tomo el veneno que?

Ni sí ni no, si no sino. Al otro lado del teléfono no hay nadie, ni lo hubo, ni lo habrá nunca. Asi que deje de estar chingando, chingue a su madre, y cheque bien el chingado número. Llevemonos la fiesta en Paz, y por última vez le repito... aquí no es... número equivocado.